domingo, 11 de noviembre de 2012

Brisura de tòfona

Este verano, en el mercadillo artesano de un pueblecito del Pirineo, compré una botellita como esta

 de brisura de tòfona. Aunque era la primera vez que veía algo así en mi vida, ignorante que es una, no pude resistirme a un nombre tan precioso. La cosa es más sencilla de lo que parece: una mezcla de brandy con trufa negra rallada. Está tan buena que me la bebería a morro... si no fuera que no quiero que se me acabe.
Aunque acabo de ver que la venden por internet, de modo que no sería grave que me echara algún chupito de vez en cuando. Y como la página tiene muy buena pinta, apunto la referencia: La botiga del bolet
Encuentro que le pega estupendamente a cualquier cosa:  guisos de carne o incluso ensaladas.
Claro que el paso siguiente será aprender a hacerla en casa con brandy y trufa aestivum Laumont, que a saber dónde encuentro...


jueves, 8 de noviembre de 2012

Garbanzos con sésamo

Remitida por Alicia Martorell:

Viendo la receta de garbanzos con espinacas, quiero aportar mi receta de garbanzos para traductores con prisas, que sale buenísima. Es mi receta favorita cuando me doy cuenta a las tres de la tarde que no he hecho de comer y la nevera está vacía. Como sale bastante cantidad, si estás solo, puedes olvidarte de comer dos días seguidos añadiéndole un huevo frito o una ensalada, lo que no deja de ser una ventaja añadida.

Ingredientes:
1 lata de jamón (de esas triangulares)
1 bote de garbanzos cocidos
2 dientes de ajo un poco machacados
aceite
1 puñado de sésamo (mejor si lo has tostado previamente en seco en una sartén o en el horno)
1 pizca de pimentón
sal al gusto

Lo primero es machacar los dientes de ajo sin pelar con el mango del cuchillo y echarlos en el aceite. Más que freírse, se van asando.
Luego abres la lata de jamón y la echas entera. Se puede cortar en dados, pero es mejor echarla entera e ir deshaciéndola con el canto de la espumadera, queda más churruscante.
Cuando esté tostadita, echas una cucharada de pimentón (yo pongo mitad dulce, mitad picante) revuelves un poco y lo sacas del fuego porque el pimentón arrebatado da sabor amargo a todo el plato.

Escurres los garbanzos, los echas a la sartén y la vuelves a poner al fuego, junto con el puñado de sésamo y una pizca de sal y dejas que se vaya haciendo a fuego vivo hasta que los garbanzos se conviertan en armas arrojadizas y empiecen a explotar por toda la cocina. Es el momento de apagar y servir para que no te saquen un ojo (los garbanzos tienen mucha puntería).

Espinacas con garbanzos para traductores

Esta es mi versión de la receta de-toda-la-vida de mi madre, que la hacía con ingredientes frescos.
La versión traductora con prisas recurre al congelado y al frasco de garbanzos: no están mal y ahorran mucho tiempo.
No es la misma receta que veo por la red y como sospecho que me gusta más ésta, la subo:

- un par de paquetes de espinacas congeladas
- un frasco de garbanzos
- una picada hecha con almendras, avellanas (pocas, que son fuertes de gusto) y piñones (aunque se puede prescindir, que van muy caros) más una rebanadita de pan. A mí me gusta más sin ajo, creo que mata los sabores. Pero si alguien lo prefiere, puede ponerle una pizquita.

Versión ultrarrápida: mientras descongelas las espinacas, fríes la rebanada de pan. La retiras. En ese aceite echas las espinacas descongeladas y el frasco de garbanzos para que acaben de cocer juntitos en plan chupchup. Los escurres antes, pero si queda algo de líquido no importa porque ahí está el toque mágico de la picada. Que, como su nombre indica, son los ingredientes mencionados pasados por la batidora (es posible que mi madre lo hiciera con el mortero, pero mi madre era catedrático de instituto en los tiempos en que sólo tenían doce horas de clases por semana: no es mi caso).
Así que echamos la picada, que hará que espese y adquiera consistencia de guiso de cuchara.
Mi madre lo adornaba con huevos duros y pan frito. Prescindibles en la versión urgente del guiso.