domingo, 10 de marzo de 2013

Blinýs de trigo sarraceno

Remitida por Marta Sánchez-Nieves, traductora del ruso:


Aquí va una receta muy apropiada en estas fechas ya que el lunes empieza la Máslenitsa, el equivalente ruso de los carnavales, y es el plato por excelencia de esta fiesta.
Es parecido a los crêpes o a nuestras tortitas. Esta vez yo lo he hecho con harina de trigo sarraceno, dicen que la receta original era justo con esta harina, pero en la actualidad suelen prepararlos con harina de trigo.

Ingredientes:
3 vasos de harina de trigo sarraceno (también llamado alforfón)
1 vaso de harina de trigo
4,5 vasos de leche
1 cucharita (de las de té) de sal
1 cucharada de azúcar
10 gr de levadura fresca

Primero se desmenuza la levadura y se mezcla bien con las dos harinas. A esta masa se le añaden dos vasos de leche y se vuelve a mezclar. Se deja reposar en un lugar templado hasta que la masa empiece a aumentar. Después, añadimos a la masa la leche restante que habremos templado previamente, la sal y el azúcar. Volvemos a dejar reposar la masa unos 15-20 minutos.
Con un cacito vamos vertiendo la masa en una sartén caliente y untada con un poco de mantequilla.

El relleno puede ser dulce o salado. Entre estos últimos, el de caviar rojo con smetana está bien rico, también es muy habitual rellenarlo de champiñones.
De entre los dulces, mis favoritos son los rellenos de requesón. Aunque también se pueden comer simplemente con smetana y mermelada, o solo con mermelada.



Así quedaron: el de arriba a la izquierda que se ve un poco roto es el primero. Hay un refrán ruso que dice que el primer blin siempre es una bola. Pero creo que a mí esta vez me ha sonreído la suerte del principiante.

jueves, 7 de marzo de 2013

Cocina para miserables

Remitido por María Teresa Gallego Urrutia: 

Me proverbial engreímiento me mueve a pensar que quizá han echado los lectores de menos mis apariciones por esta cocina para traductores.
Para quienes hayan cometido la descortesía de no notarlo, lo hago constar aquí: andaba desaparecida.
Se debe ello a que un buen día, hace ya muchos más meses de lo que querría acordarme, me dijo Valeria Ciompi, directora de Alianza Editorial: Marqués, tomad Breda, o sea, mutatis mutandis: Traduce Los miserables. Ahora que ya estoy a punto de poder decirle, dentro de unos días: Señor, Breda está tomada, se me ha ocurrido que quizá les resultara útil a colegas metidos en empresas eternas o casi que les reseñara los platos únicos (únicos en el sentido de que era sólo un plato para acabar antes, no de que fueran exquisiteces inimitables)con que he abastecido la mesa familiar.
He aquí un plato que se ha comido en mi casa con asiduidad este invierno: lombarda con morcilla.
-Se coge la cantidad de lombarda adecuada para el número de comensales (sabido es que merma un tanto al cocer)y se pica.
-Yo la cuezo al vapor para que no se aguachine.
-Una vez cocida se pone en una cazuela con un chorro de aceite de oliva y se le añade ajo picado muy menudo y pimentón dulce. Se rehoga y se deja un ratito más a fuego muy bajo para que se ponga algo melosa. Se le pueden añadir si se quiere unos piñones.
-Se pasan por una sartén con muy poco aceite unas morcillas de cebolla ibéricas de las que venden para barbacoa.
-Una vez fuera de la sartén, se les quita la piel o tripa o como se le quiera llamar. Las migas de morcilla resultantes se revuelven con la lombarda.
-Se dice a voces desde la cocina: "¿Está puesta la mesa? Pues venga, a comer, que tengo prisa".

Nota: Se puede acompañar el plato con unos cuscurritos de pan frito.